De España a Italia

A las 22 hs del 18 de diciembre de 2008 ya estamos en Finale Emilia, un pueblito de Italia donde viven “los padrinos” Marisa y Oscar comiendo tortellini caseros con aceite de oliva y parmigiano reggiano (queso rallado para ustedes los sudacas), ajos en conserva y pepperoni en aceite, acompañados con un vino bianco frizzante, todo exquisito. Pero la cosa arranca un día antes en Granada en la casa de Julia y Paco (Primos de Marisol, que ya deberían saber quienes son) comiendo jamón cortado a cuchillo y tortilla española (que no lleva chorizo como alla), también exquisito. Lo que paso un rato antes y en el medio es lo que voy a contar ahora…

Habíamos sacado pasajes con Ryanair, una compañía irlandesa de bajo costo para volar el 18 desde Madrid a Bergamo (cerca de Milano). Estas aerolíneas son muy económicas pero tienen sus cosas, como que no te dejan llevar mucho equipaje y si te pasas de lo permitido te matan con la tasa por sobrepeso, explico esto para que vayan sabiendo el porque de algunas de nuestras acciones. Como ya saben cuando vinimos anduvimos cargando valijas como tontos por Madrid y de eso aprendimos, entonces para este viaje decidimos llevar solo una valija, mas el bolso de mano y la mochila con la compu, y el bolsito de la cámara de fotos, y el de la filmadora, y mejor no sigo porque van a pensar que no aprendimos un carajo o que somos medio boludos. En nuestra defensa debo aclarar que vamos a estar tres meses dando vueltas y es invierno, por lo que la ropa es mas gorda, ocupa mas lugar y por ende pesa mas. La cosa que armamos la valija y estaba llena, entonces la fuimos a pesar a una farmacia, la que podíamos llevar en el avión debía pesar 15 kg. como máximo, la balanza clavo un 29. Como ya le habíamos dado el resto de las cosas a los primos y no podíamos pagar 14 kilos de sobrepeso a 15 euracos el kilo, le volvimos a romper las bolas a Carlos y nos trajo un bolso vacío para dividir las cosas y despachar dos valijas. A la mierda la idea de ir con una sola, una valija y el bolso (sin ruedas ni nada), y todos los bolsitos que dije antes, pero dentro de todo no jode tanto como las 45 valijas que trajimos de Argentina. Dicho esto les voy a contar el viaje desde Granada a Finale Emilia para que no digan: “estos hijos de puta están paseando como locos por Europa y nosotros acá laburando con 40 grados”. No estamos hombreando bolsas en el puerto pero cansa también.
En Granada nos llevaron a la Estación de Autobuses en coche a las doce y media de la noche (salíamos a la una y media) y apenas bajamos de coche nos encara un negro de Costa de Marfil (Drogba es lindo y petiso al lado de ese) a manguearnos 50 centavos para el café. Me encaro con un “Are you british?” en perfecto ingles, de esto aprendemos que acá en Europa tienen clase para pedir y otra es que con la facha que tengo no parezco sudaca ni a palos. Me hice el simpático y le pregunte de donde era, charle un poco y me fui, obviamente después de darle una monedas, soy ingles pero no guapo. Esperamos un rato en la terminal entre mucha mirada sospechosa y ningún policía, pero no pasa nada, es solo la pinta. Nos subimos al bondi, que tiene los asientos tan cómodos como los del Ko-Ko que va por chacras y la temperatura de un sauna, esto quiere decir que no dormimos un carajo y llegamos a Madrid transpirados, contracturados y con sueño. Ahí cambiamos de bondi y fuimos para Barajas, al aeropuerto, nos bajamos y subimos a otro bondi que va desde la terminal 4 que es donde te deja el colectivo a la terminal 1 que es de donde salen los vuelos de Ryanair. Ya instalados en el cómodo suelo del aeropuerto (nos sentamos en el suelo porque no hay donde sentarse, no porque sea cómodo) calibramos por ultima vez nuestras valijas y comprobamos que nos sobraba un kilito que metimos en el bolso de mano. Después de unas tres horitas hicimos el check-in y nos fuimos a pre-embarque, ahí dimos unas vueltas por el free-shop (se dan cuenta como manejo el idioma del viajero) y como soy medio paisano fui a oler un perfume de Versasce que se deslizo suavemente entre mis dedos y se desplomo al suelo estallando en mil pedazos, eso si… un perfuuumeeee… Ya a la una y cuarto nos subimos al Boing 737 que nos llevaría a Bergamo y nos acomodamos en unos asientos un poquito mas incomodos que los del bondi, eso si, no hacia tanto calor y pudimos dormir un rato por lo que llegamos a destino contracturados y con sueño (tampoco dormimos tanto), pero no transpirados (aunque el olor a chivo ya lo tenia del bondi y el desodorante descansaba en la valija porque no se puede subir al avión). Ahí nos tomamos un bondi hasta la estación de tren de Milano que tardo una horita y a las siete menos cuarto nos tomamos el tren a Bologna que llegó a las ocho y cinco (con puntualidad inglesa, como yo). Ahí nos estaban esperando los padrinos y nos vinimos en coche para Finale donde a las 22 hs comimos tortellini caseros con aceite de oliva y parmigiano reggiano (queso rallado para ustedes los sudacas), ajos en conserva y pepperoni en aceite, acompañados con un vino bianco frizzante, todo exquisito.
Hasta ahora hicimos mas vida familiar que paseo así que en la próxima entrega contaremos mas sobre nuestras primeras impresiones de Italia. Eso si, comimos unas pizzas en el ristorante donde trabaja Marisa que estaban buenísimas, una para cada uno y con la masa bien finita (Mancu le baja el pulgar). Arivedercci bambini.